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Jona Sossi, referente del newschool en La Plata

Con un gran camino recorrido para su edad, meticuloso, detallista y sensible, Jona es un artista excepcional sin miedo a desnudar sus debilidades. “Me gustaría poder sintetizar mejor, poder decir mucho con poco, y no tener que agregar veinte mil cosas en el tatuaje”, confesó.

El Pikattioli es una ingeniosa combinación del emblemático pokemón PIkachu con el cantante Leo Mattioli

Como a menudo sucede con quienes hacen del arte una carrera, Jona comenzó a incursionar en el dibujo desde muy chico. “Dibujaba pokemones, me acuerdo perfecto”, contó. Quizás es justamente por esos orígenes como pequeño dibujante de pokemones, que algo caló hondo en su ADN, permitiéndole plasmar recientemente en piel a un simpático Pikattioli” que fue furor en redes sociales. 

A los 16 años conoció lo que era un tatuaje. Al verlo quedó fascinado, y es por ello que decidió ir a La City, un estudio ubicado en la intersección entre las calles 3 y 49 de la ciudad de La Plata. Se tatuó un dragón tipo tribal que, una semana más tarde y para su decepción, vería pintado en el bolsillo de atrás de un pantalón.

A pesar de ese mal trago, siguió acercándose al estudio. “Iba al estudio y me quedaba mirando los diseños. Empecé a dibujar diseños, me levantaba a las 9 de la mañana y empezaba a dibujar como un maniático”, contó al recordar de qué manera su pasión por el dibujo comenzó a encontrarse con el mundo del tattoo.

A los 18, compró lo necesario para tatuar y se animó a comenzar a pinchar. “Hacía cosas chiquitas, como el logo de Catupecu o el de Biohazard, que fueron los primeros tatuajes que les hice a dos amigos. Yo sabía que no me la podía jugar mucho”, explicó, dejando ver que, aún de joven, se manejaba con cautela y responsabilidad.

Tras dos años tatuando en su casa, decidió buscar trabajo en estudios. Fue así como ingresó en La City, el lugar en el cual se hizo su primer tatuaje. Allí conoció a Guido Zacarías y Renzo Scorpati, con quienes más tarde trabajaría en otro local, Reina La Paz.

Fue allí en donde comenzó a encontrar su estilo: “Cuando arranqué yo quería hacer realismo pero veía que tenía mucha facilidad para el color, pero no tanto para hacer negros y líneas, que me costaban. Así que me concentré mucho más en el color. En Reina conocí el laburo de Víctor Chil, un tatuador español. Lo conocí por un tatuaje que tenía una colega, un tatuaje de él. Y flashé con el newschool.”

Mientras Jona adquiría experiencia y encontraba su estilo, su pareja, Dai, también comenzó a incursionar en el mundo del tattoo. Es por eso que, cuando tuvieron la chance de abrir su propio estudio, no lo dudaron: “Llamamos al estudio Quinta dimensión y estuvimos dos años”.

Luego, surgió para ellos la oportunidad de abrir otro estudio junto a colegas, Casa Indeleble. Luego de cuatro años y medio de trabajo y crecimiento allí, decidieron continuar su camino por otros rumbos, pinchando un año en el estudio La Mala para luego optar por armar su propio estudio, privado, en su hogar.

Tras catorce años de experiencia y perfeccionamiento, Jona ha encontrado en la aplicación del color su mayor virtud. En un momento en el cual el boom del newschool ha mermado, él continúa apostando a ese estilo, consolidándose como un referente del mismo.

Aunque él se defina como “rebuscado”, el detallismo y la meticulosidad en sus trabajos son dos de sus grandes virtudes. Y, si bien admite que siente un poco de nostalgia por los viejos tiempos en los cuales estaba más en contacto con el papel y el lápiz, ha mejorado sus procesos de trabajo adoptando muchas de las nuevas tecnologías que han aparecido estos últimos tiempos, como los cartuchos y el dibujo digital.

Convencido de que la tendencia de la expansión del tattoo continuará en aumento, Jona destacó lo rápido que está evolucionando el sector, tanto en términos de técnicas como de estilos: “Hace diez años, y diez años es poco tiempo, no existían ni la mitad de las cosas que hay ahora. Las máquinas rotativas, inalámbricas, la termocopiadora, y creo que todo se va a industrializar cada vez más. El tattoo avanzó muy rápido y generó mucho laburo y mucha oferta. Así que es difícil decir a dónde va. Creo que va a ser todo cada vez más jugado y, en cuanto a estilos, va a salir una mezcla, una quimera, y la va a explotar”, concluyó.